Un
desafío pendiente
Autor:
Víctor H. Díaz Gajardo
vhdiaz24@hotmail.com
Indice
1.
Introducción
Vivimos
un tiempo en que estamos próximos a ser 6000 millones de seres humanos
en este planeta, momento crítico que al inicio de un nuevo siglo comienza
a demandarnos una revisión profunda acerca del tipo de mundo que hemos
producido, del tipo de acciones que hemos hecho sobre él y nosotros
mismos. De pronto la globalización y las transnacionales se han vuelto
tema en boca de todos los actores sociales; temas que se centran en
nuestra América en la problemática de la identidad. Filósofos e historiadores
han llenado libros sobre este tema y en ellos podemos deducir inicialmente
que el fondo de sus escritos es la denuncia y el diagnóstico y muy poco
sobre las posibles propuestas.
Este ensayo surge de la necesidad de componer y aventurar una mirada
crítica sobre nuestra identidad, la forzosa construcción de ella, sus
limitantes y una humilde propuesta desde la memoria histórica; por tal
razón, se compone de dos cuerpos: uno, donde se hace un diagnóstico
crítico e histórico sobre la construcción de nuestra identidad y los
problemas que ello genera desde el mundo globalizado y mundializado;
el segundo cuerpo, es una propuesta de reconstrucción o fortalecimiento
de nuestra identidad a partir de la memoria histórica, como fuente de
construcción de conocimiento histórico y de formación de sentido de
pertenencia.
2.
Consideraciones preliminares
En
primer lugar, debemos decir que la discusión sobre nuestra identidad
no es nueva. En la década de 1920, en Alemania, el Instituto para la
Investigación Social (Institut für Sozialforschung), fundado en Frankfurt
en 1923 por Adorno y Horkheimer consideran que el mundo en el que viven
"es el mundo de la caída de la razón objetiva", en donde el
hombre ya no se cuestiona críticamente su devenir ni pasado, por lo
tanto, se encamina derechamente hacia la pérdida de su identidad individual
y colectiva. Lo que los sociólogos alemanes planteaban cobró importancia
años más tarde cuando el mundo entero se vio sacudido por la expansión
del nazismo y el fascismo; hechos que de alguna manera fueron vaticinados
-principalmente por Theodor Adorno en su obra Cultura Crítica y Sociedad-
y que afectaron la identidad y el cuestionamiento del tipo de sociedad
que se pretendía forjar.
Las 2 guerras mundiales volvieron a poner en el tapete la cuestión de
la identidad. Pueblos enteros vieron destruidas sus culturas y sus propuestas
de futuro; por ende, debieron replantear su pasado en la búsqueda de
un futuro alejado de la incertidumbre y el escepticismo. En la década
de los 70’s, Michael Foucault trabaja la idea de que hay conceptos
claves para el entendimiento de la sociedad; por ejemplo, la disciplina
(que es una especie de lema en torno a la cual gira el modelo capitalista);
el poder, el cual no es sólo prohibitivo o represivo, sino tan bien
reproductivo; produce por ejemplo, diferentes regímenes de verdades
y de saberes, los cuales, por lo tanto, condicionan el apoderamiento
de identidades culturales. En su obra Microfísica del poder, pone énfasis
justamente en esa visión reticular del poder y en las manifestaciones
en lo cotidiano, rayando con mucho cuidado y prolijo el tema de la construcción
de la identidad. De la obra de Foucault se derivan también los escritos
de Guattari, Deleuze, Derrida, Lyotard, etc., quienes hacen un repaso
crítico a la posmodernidad. Contemporáneo a Foucault, Jürgen Habermas,
discípulo alemán de la Escuela de Frankfurt, planteaba que la pérdida
de la identidad social era el resultado de la no-compenetración entre
los sistemas técnicos y la vida actual, donde el hombre se ha vuelto
presa fácil de la tecnificación, olvidando por ende su pasado y el compromiso
con el futuro, volcándose hacia la individualidad y el desapego de sus
tradiciones.
Con motivo del cumplimiento de los 500 años del descubrimiento de América,
la problemática se volcó hacia nuestro continente y si bien, ya se había
escrito antes sobre identidad latinoamericana, la gran mayoría de esos
manifiestos se hicieron públicos bordeando 1992. Los órganos y redes
intelectuales de Latinoamérica buscaron con afán entre las obras como
las de Todorov, Dussel, Kusch, Biagini, Roig, Montiel y Zea, por nombrar
algunos, pequeños atisbos que alimentasen la discusión en torno a nuestra
identidad: la permanencia o el fortalecimiento de ella. Esta discusión
en torno a la identidad latinoamericana no sólo involucró a pensadores,
académicos e intelectuales, sino que además comprometió a políticos,
etnias, grupos nacionalistas, reivindicativos, etc., quienes se apropiaron
de determinados discursos para justificar o replantear nuestra identidad.
¿De
qué estamos hablando?
Conceptualmente, la identidad es "el núcleo de cada cultura. Es
el modo de ser particular, la propia y singular modulación de las variantes
universales de cada cultura en el eje del tiempo y en la dimensión del
espacio ". Esta definición nos habla de identidad como muestra
de un todo social, como el resultado de la cultura de cada sociedad
en el tiempo y en el espacio; con al cual nos surge la primera interrogante:
¿El modo de ser de América ha sido siempre el mismo? Consideramos que
no, aunque existan pequeños atisbos de continuidad, como el hecho de
un pasado colonial, una obligada inserción al capitalismo y a la dependencia
económica que dan como resultado una Latinoamérica tercermundista y
periférica. Desde la llegada de los hispanos a nuestro continente, la
población indígena fue brutalmente reducida a fuerza de pólvora o a
través del trabajo esclavista. Los indios que resistieron eran exterminados
o simplemente se adaptaron a la aculturación, la transculturación y
a la evangelización, la cual no sólo acababa con su cultura sino también
con su imaginario colectivo. Como señala el sociólogo Jorge Larraín,
"del encuentro original entre la cultura española e indígenas,
emergió un nuevo modelo cultural fuertemente influenciado por la religión
católica, íntimamente relacionado con el autoritarismo político y no
muy abierto a la razón científica. Este modelo coexistió fácilmente
con la esclavitud, el racismo, la inquisición y el monopolio religioso".
La legada de las emancipaciones latinoamericanas no provocó grandes
cambios en para este panorama; es más, la conformación de un mestizaje
latino híbrido donde la preponderancia apunta a la no-pureza de nuestro
criollaje. Las esferas de poder se trasladaron hacia los terratenientes
y hacendados, los cuales reprodujeron el discurso político y económico
colonial atentando contra el criollaje y las etnias, forzando raciocinios
kanteanos para justificar el poder y el sometimiento a una hegemonía
cultural en toda Latinoamérica.
La industrialización de las naciones occidentales provocó en Latinoamérica
flujos de dependencia económica que posibilitaron el ingreso de capitales
británicos y estadounidenses que se alojaron en el seno de nuestras
economías, transformando las costumbres de la oligarquía, quienes seguían
ostentando el poder interno, subyugando a los sectores populares a una
reformulación de corte moderno del sistema colonial: la hacienda, o
bien a los enclaves económicos de estilo esclavista ligados principalmente
al trabajo minero y a las plantaciones caribeñas.
Sin embargo, el siglo XX para Latinoamérica es sinónimo de la expresión
máxima de la desintegración cultural e identitaria con la irrupción
veloz de los medios de comunicación y el aumento de la brecha entre
las esferas de poder y la sociedad. Es aquí, donde la obra de Rodolfo
Kusch, América Profunda, cobra actualización en torno a sus postulados
para la confrontación entre el mundo hispano y el indígena. Según Kusch,
hay dos logos en nuestro continente que no siempre conjugan el mismo
verbo identitario. En primer lugar habría una América periférica, austral
que sería dominio de la tradición occidental, depositaria del individualismo,
del mundo secularizado, de la racionalidad instrumental y la modernidad
que simbolizaría la equivalencia entre "ser alguien" y la
acción volitiva del ser humano en el estandarte del control y el dominio,
que vive constantemente en una escalada por trascencenderse a sí mismo
y suprimir al otro en la competitividad y exclusión.
Por otro lado, al interior de América en su "profundidad",
existiría una cosmovisión diferente y conservada a pesar de la conquista
occidental. Este logos no está orientado a la definición sino más bien
dirigido hacia el "aquí y el ahora" como una perspectiva de
encuentro, donde predominaría una dimensión colectiva de lo humano sobre
una individual, la totalidad sobre la particularidad y una concepción
de pertenencia al entorno ajustando el mundo a un sentido mítico y religioso,
el sujeto "se vive" como domiciliado en su circunstancia,
desde la cual se desprende su sentido ontológico particular referido
"al estar". En este punto Kusch realiza un análisis acabado
y genial de las diferencias ontológicas de nuestra América multicultural
y sincrética que en definitiva se oponen a la homogenización y a la
globalización de nuestra cultura social, impidiendo por razones "del
ser latinoamericano" la homogenización de una identidad.
3.
Problemas de la identidad latina
A
la ya mencionada disyuntiva ontológica a la cual hace mención Kusch
de nuestra identidad, hay otros factores que por lo menos son necesarios
nombrar, y que en definitiva (des) configuran este trabajo. Se debe
tener en cuenta que "es innegable que la religión ha jugado en
rol fundamental en la historia de la cultura en Latinoamérica en cuanto
a que se ocupa de los valores supremos y que a servido para fundamentar
un orden social compartido". Es decir, que la religión católica
ha servido de silenciador de muestras de reivindicación radical y que
se ha encargado de justificar en cuenta medida a quienes en estos momentos
ostentan las esferas de poder. Bajo este aspecto cabe destacar y recordar
que la separación Iglesia-Estado es algo que fue resistido en muchos
países latinos, algunos de los cuales hasta el día de hoy sienten una
presión muy fuerte por parte de los poderes seculares.
También, otro problema para nuestra identidad es sin duda alguna el
afán de los sectores conservadores de mantener enterrado en ethos latinoamericano
por "representar un riesgo a sus intereses como grupo selecto de
poder". Lo que significa que ciertos sectores de la nueva o vieja
oligarquía sienten que los sectores populares, que piden a gritos el
florecimiento de la identidad latinoamericana, desean el poder que ellos
ostentan actualmente y que, como un fantasma, la liberación de los mecanismos
de opresión existentes, romperían el marco actual.
Otro problema para nuestra identidad apunta más bien a nuestras escuelas
y a la didáctica de la enseñanza de la Historia, donde prevalece un
enfoque tradicionalista y positivista basado en las fechas y los datos
en vez de la comprensión y problematización real de nuestro pasado.
Es bien conocido el desencanto juvenil frente a los discursos políticos
actuales. Según Peter McLaren, como consecuencia de la condición postmoderna
de nuestra sociedad actual, los jóvenes sienten repudio frente al "compromiso
con el presente o a pensar históricamente", donde el vivir no cuestionándose
el pasado para la comprensión del presente; es decir, viven las identidades
superficiales de las imágenes que les entregan los medios de comunicación,
en las que la política de análisis interpretativo es reemplazada por
la política del sentirse bien, del dejar pasar o bien del olvido de
la memoria histórica. Esto atenta considerablemente en nuestros jóvenes;
puesto que la forma tradicional de enseñar nuestra historia no los lleva
a la contextualización y contemporalización de nuestro pasado, el cual
"necesita ser remodelado por la urgencia que cada generación tiene
de construir el presente desde el pasado, y de producir su propia realidad
social y cultural a partir del mundo que recibe como legado... superando
de paso, los problemas vitales con que ese legado carga a la nueva generación".
Pasemos entonces al cuerpo propositivo de este ensayo: la memoria en
la enseñanza de a Historia como constructora de identidad.
4.
Memoria e historia al servicio de nuestra identidad... el desafío pendiente
En
un trabajo reciente sobre la memoria histórica de Chile, el historiador
norteamericano Steve Stern ha planteado de un modo sugerente una serie
de proposiciones de trabajo relativas a la memoria histórica de los
chilenos, que bien sirven de modelo para explicar la disyuntiva entre
memoria, historia e identidad de América Latina. Su propuesta indica:
(a) que todos participamos de diversas memorias sobre nuestras experiencias,
que al no ser vinculadas con otras, o no trascender un ámbito muy personal,
pueden ser definidas como "memorias sueltas"; (b) que en la
medida que esas memorias de vinculan, articulan con otras, en un dinámico
proceso de interacción, van dando lugar a memorias colectivas o "memorias
emblemáticas". Del análisis de Stern, podemos dilucidar para Latinoamérica
cuatro memorias emblemáticas que operan actualmente:
Una
memoria de salvación, cuyos elementos claves plantean que el trauma
fundamental para América Latina se ubica antes de la década del 60’s
y los procesos revolucionaros, donde la violencia se volvía peligrosa
y el continente entero caminaba hacia las guerras internas;
La memoria como ruptura hiriente no resuelta, sería aquella cuya idea
central es que la irrupción de dictaduras militares llevó al continente
a un infierno de muerte y de tortura física y psicológica, sin precedentes
en la historia y sin justificación moral, cuyas consecuencias aún no
se resuelven;
La memoria como prueba de la consecuencia ética y democrática, para
esta memoria, los procesos revolucionarios y dictatoriales de Latinoamérica
pusieron a prueba la consecuencia de la gente, sus valores, identidades
o compromisos éticos y democráticos;
Una memoria como olvido o "caja cerrada", cuya idea central
es que los intentos revolucionarios y dictatoriales, siendo importantes,
pueden ser peligrosos si se abre la caja y se ventila lo que está dentro;
por lo tanto es mejor olvidarlo en aras de la reconciliación y la tranquilidad.
El análisis anterior se reafirma cuando reconocemos que la mayoría de
los latinos hemos sido socializados en una visión tradicional de la
historia, tanto en lo relativo a sus temas y enfoques como a sus métodos.
La enseñanza de la Historia siempre ha sido utilizada con fines ideológicos,
por lo cual, el enfoque tradicional y conservador ha puesto énfasis
en la historia política, los grandes personajes, la narrativa de hechos
históricos y la construcción de conocimiento a través de los documentos
escritos que apelarían a la objetividad de esta disciplina. Esta historia
debidamente formalizada y reconocida se aleja y toma distancia crítica
de otra memoria, la de la sociedad en un sentidos más amplio, que podemos
llamar "memoria social". Es en estos casos extremos que la
historia se hace "historia oficial" y la memoria social deviene
en "memoria de resistencia".
Afortunadamente, desde hace unas 2 décadas atrás se viene trabajando
una nueva historia, con nuevos enfoques y apuntada más alo cotidiano
y alo social, que se alimenta de esas "memorias de resistencia"
y la "memoria social", para construir su conocimiento. Para
esta Nueva Historia es tanto más importante el papel que juegan en la
historia la gente común y los movimientos sociales de base que han encarado
los trabajadores, las mujeres, y más ampliamente, los movimientos populares;
es decir, una historia "desde abajo". De este modo en la medida
que la historia amplió su campo de interés, debió también ampliar el
campo de sus fuentes, valorando, por ejemplo, el testimonio y la historia
oral.
Para entender más profundamente la relación existente entre memoria
e identidad debemos remontarnos a la pregunta ¿qué es la memoria?
La memoria es un valioso patrimonio, un privilegio que legitima nuestra
condición de humanidad, que se reconstruye en el ámbito de lo intersubjetivo
y apunta a la búsqueda de la identidad. "Se trata además de un
acto político, un intento por configurar visiones de mundo compartidas
y representativas de deseos comunes. La memoria es una estrategia de
supervivencia, es un esfuerzo por restituir el entramado histórico y
avizorar en él la posibilidad de apropiarnos de un destino". Por
tal razón la memoria es una acción del presente orientada a legitimar
el ahora y a abrir o cerrar determinadas posibilidades para el futuro.
Pero como ya se dijo anteriormente, los jóvenes actualmente sienten
un rechazo al compromiso con su propio pasado y, por ende, con las proyecciones
que de él puedan hacer para el futuro; lo cual desemboca irremediablemente
en la amnesia histórica (de la cual ya hacíamos mención) y el desapego
a cualquier intento de remediar la distancia existente entre identidad,
memoria e historia. El no recordar, el perder la memoria, implica perder
buena parte de los recursos con que contamos para hacer frente a la
realidad, por qué como señala Ángel Vera Ruiz: "los desmemoriados
son seres no sólo incompletos sino quebrantados y extraviados";
en otras palabras, "perder nuestra memoria es perder la posibilidad
de imaginar, por nosotros mismos, un futuro diferente. Guardar, mantener,
conservar, transmitir y difundir la memoria, no son actos puramente
conservadores -en el sentido profundo de la palabra-; por el contrario,
son actos necesarios para pensar el cambio y hacerlo posible";
cambio que en la luz de nuestra reflexión significa la construcción
de identidades o el refuerzo de las mismas, reflejado en el sentido
de pertenencia a un grupo social, que es –en definitiva- uno de
los grandes dilemas de Latinoamérica actualmente.
La disciplina histórica es una herramienta que per se ha permitido la
construcción de identidades nacionales; y –como se señaló anteriormente-
debiese apuntar a nuevas expectativas de conocimiento. Por tal razón,
nuestra propuesta de búsqueda, construcción y refuerzo de la tan bullada
identidad latinoamericana, debiese estar apuntada a la recuperación
de la memoria popular como un elemento indispensable para lograr vencer
el fantasma del positivismo y la amnesia histórica. Para ello, nuestra
invitación a los profesores de historia, está apuntada hacia la utilización
de la memoria y sus fuentes alternativas –relatos orales, entrevistas,
foros comunitarios (individuales y grupales), talleres de charlas, encuentros,
programas radiales, etc.- como mecanismos de construcción de conocimiento
histórico y de construcción de identidad, donde los participantes experimentarán
el formar parte de una historia, de contar con un pasado tan importante
como el de los grandes próceres de la historia de los textos de estudio,
es decir, "sentirán la historia más cercana y acorde con su propia
realidad".
De esta forma, profesores e investigadores debiesen trabajar "la
recuperación de la memoria social y popular como un factor relevante
de la identidad popular", la cual "apuntaría a la elaboración
de un producto cultural que reforzaría los procesos identitarios"
tan necesario en nuestra América de hoy.
En definitiva, ese desafío pendiente al cual hace mención el título
de este ensayo, no es más que el de poder construir y alimentar nuestra
identidad a través del desarrollo efectivo y sistemático de metodologías
de recuperación de nuestra memoria a través de las historias locales,
las que en suma, "pueden aportar sobre la conciencia y la identidad
local, en el sentido de hacerla explícita, compartida y reconocida socialmente".
5.
Bibliografía
Cuevas,
Hernán; Cultura e Identidad en América Latina; Instituto Chileno de
Estudios Humanísticos, Santiago, 1995.
Díaz, Víctor; Amnesia histórica o negación de la memoria; Ponencia presentada
en el IV Corredor de las Ideas, celebrado en Asunción, Paraguay, en
julio del 2001.
Foucault, Michael; Vigilar y castigar. Editorial Siglo XXI, México,
1987.
Garcés, Mario; "La historia oral, enfoques e innovaciones metodológicas"
en Revista Última Década, CIDPA, Viña del Mar; Nº 4 de marzo de 1996.
Garcés, Mario; Guía metodológica para la memoria y la historia local;
ECO, Educación y Comunicaciones Ediciones, Santiago, 2001.
García Canclini, Néstor; Culturas híbridas: estrategias para entrar
y salir de la modernidad. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1989.
Gruzinski, Serge; La colonización de lo imaginario: sociedades indígenas
y occidentalización en el México español, siglos XVI y XVIII; Fondo
de Cultura Económica, México, 1991.
Habermas, Jürgen, Teoría de la acción comunicativa. Complementos y estudios
previos. Editorial Cátedra, Madrid, 1989.
Larraín, Jorge; La Identidad Latinoamericana: Teoría e Historia. Estudios
Públicos Nº55, Santiago, Chile, 1994.
McLaren, Peter; Pedagogía crítica y cultura depredadora. Políticas de
oposición en la era posmoderna; Edit. Paidós, Buenos Aires, 1997.
Milos, Pedro; "La memoria y sus significados" en Memorias
para un nuevo siglo. Chile, miradas a la segunda mitad del siglo XX,
de M. Garcés, P. Milos, M. Olguín, M. T. Rojas, M. Urrutia (compiladores),
LOM Ediciones, Santiago, febrero, 2000.
Pinto, Julio y Salazar, Gabriel (comp.); "Historia contemporánea
de Chile I"; Ediciones LOM; Santiago, 1999.
Piper, Isabel; "Memorias del pasado para el futuro". en Memorias
para un nuevo siglo. Chile, miradas a la segunda mitad del siglo XX,
de M. Garcés, P. Milos, M. Olguín, M. T. Rojas, M. Urrutia (compiladores),
LOM Ediciones, Santiago, febrero, 2000.
Rodolfo Kusch; América Profunda; Editorial Bonum, Buenos Aires, 1986.
Rojas, Mª Teresa; "Reflexiones y creaciones: la memoria en el arte",
en Memorias para un nuevo siglo. Chile, miradas a la segunda mitad del
siglo XX, de M. Garcés, P. Milos, M. Olguín, M. T. Rojas, M. Urrutia
(compiladores), LOM Ediciones, Santiago, febrero, 2000.
Stern, Steve; "De la memoria suelta a la memoria emblemática: hacia
el recordar y el olvidar como proceso histórico. Chile, 1973-1998"
en Memorias para un nuevo siglo. Chile, miradas a la segunda mitad del
siglo XX, de M. Garcés, P. Milos, M. Olguín, M. T. Rojas, M. Urrutia
(compiladores), LOM Ediciones, Santiago, febrero, 2000.
Touraine, Alain; Crítica de la modernidad; Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires, 1992.
Vera Ruiz, Ángel; Memoria histórica; Edit. Panamá América, Cuidad de
Panamá, 1997.
Vitale, Luis; Introducción a una Teoría de la Historia para América
Latina; Editorial Planeta, Buenos Aires, 1992.
Abstract: One of the topics that but has gotten the attention in the
last decades in Latin America it is that of our identity. As much philosophers
as historians have studied this problem of way diagnosis and finish,
but I don't always lower a proposal optics. The present rehearsal goes
in that address, that is to say, it points to a methodological proposal
to work in the classrooms using the memory and the local history as
source of historical knowledge and of construction of identities; that
in definitive one of the big challenges slope represents in our continent.
"Vuelta tras vuelta va caminando,
sobre su espalda nuestra agonía".
Canción popular mexicana